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jueves, 18 de marzo de 2010
Es una cuestión de autoridad.
"En los días de Einstein, si usted intentaba decir que la luz estaba hecha de partículas, se encontraba en desacuerdo con el físico James Clerk Maxwell. Nadie quería hacer eso", dice Galison. Las ecuaciones de Maxwell eran enormemente satisfactorias, unificaban la física de la electricidad, el magnetismo y la óptica. Maxwell había probado más allá de ninguna duda que la luz era una onda electromagnética. Maxwell era una figura de autoridad.
A Einstein no le importaba un higo la autoridad.
Él no se resistía a que le dijeran lo que tenía que hacer, no mucho, pero odiaba que le dijeran cual era la verdad.
Incluso de niño estaba constantemente dudando y haciéndose preguntas. "Su sola presencia aquí socava el respeto de la clase hacia mi", le riñó su profesor de séptimo grado, el Dr. Joseph Degenhart. (Degenhart también predijo que Einstein "no llegaría a nada en la vida").
Este defecto del carácter llegaría a ser un ingrediente clave en los descubrimientos de Einstein.
Ver la imagen superior izquierda: El Diploma de bachillerato de Einstein. Contrario a la leyenda popular, a Albert le fue bien en la escuela.
"En 1905", comenta Galison, "Einstein acababa de recibir su Doctorado en Física. No estaba en deuda con ningún director de tesis o alguna otra figura de autoridad". Consecuentemente, su mente era libre para discurrir.
"El fondo filosófico"
Einstein con su ayudante Leopold Infeld
Einstein consideraba que su actividad científica formaba parte de las contribuciones filosóficas habidas a lo largo de la historia para entender los misterios de la naturaleza. En el libro escrito junto con su ayudante Leopold Infeld La Física, aventura del pensamiento (Buenos Aires, 1939), a propósito de la reciprocidad entre física y filosofía, en el apartado "El fondo filosófico", escriben:
"Los resultados de las investigaciones científicas determinan a menudo profundos cambios en la concepción filosófica de problemas cuya amplitud escapa al dominio restringido de la ciencia. ¿Cuál es el objeto de la ciencia? ¿Qué requisitos debe cumplir una teoría que pretende describir la naturaleza? Estas cuestiones, aun cuando exceden los límites de la física, están íntimamente relacionadas con ella, ya que tienen su origen en la ciencia. Las generalizaciones filosófica deben basarse sobre las conclusiones científicas. Pero, establecidas y aceptadas aquéllas ampliamente, influyen a su vez en el desarrollo ulterior del pensamiento científico, indicando uno de los múltiples caminos a seguir. Una rebelión afortunada contra lo aceptado da como consecuencia, generalmente, inesperados progresos que traen aparejadas nuevas concepciones filosóficas. Estas observaciones parecerán vagas e insustanciales mientras no estén ilustradas por ejemplos de la historia de la física."
Sin embargo, la actitud de Einstein ante el conocimiento fue peculiar como todo en su vida, es decir no exento de contradicciones. Si bien en los comienzos de su carrera estuvo influido por filósofos positivistas como Ernst Mach y el matemático Poincaré, en sus años de madurez se apartó del positivismo, incluso llegó a calificar a Mach como "un mal filósofo", convencido cada vez más de que la formulación de las teorías científicas no tenían porqué estar asociadas con la experiencia de la observación. De su encuentro con Einstein, Karl Popper llega a esta conclusión: "Es nuestra inventiva, nuestra imaginación, nuestro intelecto y especialmente el uso de nuestras facultades críticas para discutir y comparar nuestras teorías lo que hace posible que se desarrolle nuestro conocimiento". Lo que Einstein solía resumir en pocas palabras: "Aquí no hay objetivo alguno, sino sólo la ocasión de entregarse a la agradable tarea de pensar". Así relata Popper la impresión personal que le produjo Einstein:
"Es difícil transmitir la impresión que la personalidad de Einstein hizo sobre mí y sobre mi esposa. Simplemente había que confiar en él, había que entregarse sin condiciones a su amabilidad, a su bondad, a su sabiduría, a su sinceridad y a una sencillez casi infantil. Habla a favor de nuestro mundo y a favor de América que un hombre tan ajeno al mundo no sólo pudiera sobrevivir en él, sino que fuera apreciado y respetado."
En relación con su forma de trabajar y comportarse, son ilustrativas las conversaciones con el hijo de Einstein, Hans Albert, y una nutrida representación de colaboradores de Einstein a lo largo de su vida, radiadas por la BBC en 1966, publicadas por G. J. Whitrow en Einstein: el hombre y su obra (México, 1961). Estas son algunas ideas extraídas de las respuestas de Banesh Hoffmann referidas al tiempo en que él y Leopold Infeld, trabajaron bajo la dirección de Einstein a partir de 1937, tras atreverse a presentarse al insigne científico para que les aconsejara algún tema de investigación :
"Yo tuve la fortuna de trabajar con Einstein. Cualquiera hubiera pensado en ello como una maravillosa oportunidad para ver cómo trabajaba su mente y aprender a convertirse uno mismo en un gran científico. Desgraciadamente, no se producen esas revelaciones. El genio no puede reducirse a una serie de reglas simples para que cada cual las siga.
Cuando llegábamos a un callejón sin salida...todos hacíamos una pausa y entonces Einstein se ponía de pie tranquilamente y decía, en su curioso inglés : "I will a little think" ("Voy a pensar un poquito"). Diciendo esto se ponía a caminar para arriba y para abajo o en círculos, mientras jugaba con un mechón de su largo cabello cano, dándole vueltas con su dedo índice. En esos momentos altamente dramáticos, Infeld y yo nos quedábamos completamente callados, sin atrevernos a movernos ni hacer el menor sonido, para no interrumpir el curso de su pensamiento...Había en su rostro una mirada soñadora, lejana y, sin embargo, interiorizada. No daba ninguna apariencia de concentración intensa. Pasaba un minuto más y otro y, de repente, Einstein se relajaba visiblemente y su semblante se iluminaba con una sonrisa...parecía volver a la realidad y darse cuenta de nuestra presencia. Entonces nos daba la solución al problema y casi siempre la solución funcionaba."
Textos: Dr. Antonio Moreno González
Einstein consideraba que su actividad científica formaba parte de las contribuciones filosóficas habidas a lo largo de la historia para entender los misterios de la naturaleza. En el libro escrito junto con su ayudante Leopold Infeld La Física, aventura del pensamiento (Buenos Aires, 1939), a propósito de la reciprocidad entre física y filosofía, en el apartado "El fondo filosófico", escriben:
"Los resultados de las investigaciones científicas determinan a menudo profundos cambios en la concepción filosófica de problemas cuya amplitud escapa al dominio restringido de la ciencia. ¿Cuál es el objeto de la ciencia? ¿Qué requisitos debe cumplir una teoría que pretende describir la naturaleza? Estas cuestiones, aun cuando exceden los límites de la física, están íntimamente relacionadas con ella, ya que tienen su origen en la ciencia. Las generalizaciones filosófica deben basarse sobre las conclusiones científicas. Pero, establecidas y aceptadas aquéllas ampliamente, influyen a su vez en el desarrollo ulterior del pensamiento científico, indicando uno de los múltiples caminos a seguir. Una rebelión afortunada contra lo aceptado da como consecuencia, generalmente, inesperados progresos que traen aparejadas nuevas concepciones filosóficas. Estas observaciones parecerán vagas e insustanciales mientras no estén ilustradas por ejemplos de la historia de la física."
Sin embargo, la actitud de Einstein ante el conocimiento fue peculiar como todo en su vida, es decir no exento de contradicciones. Si bien en los comienzos de su carrera estuvo influido por filósofos positivistas como Ernst Mach y el matemático Poincaré, en sus años de madurez se apartó del positivismo, incluso llegó a calificar a Mach como "un mal filósofo", convencido cada vez más de que la formulación de las teorías científicas no tenían porqué estar asociadas con la experiencia de la observación. De su encuentro con Einstein, Karl Popper llega a esta conclusión: "Es nuestra inventiva, nuestra imaginación, nuestro intelecto y especialmente el uso de nuestras facultades críticas para discutir y comparar nuestras teorías lo que hace posible que se desarrolle nuestro conocimiento". Lo que Einstein solía resumir en pocas palabras: "Aquí no hay objetivo alguno, sino sólo la ocasión de entregarse a la agradable tarea de pensar". Así relata Popper la impresión personal que le produjo Einstein:
"Es difícil transmitir la impresión que la personalidad de Einstein hizo sobre mí y sobre mi esposa. Simplemente había que confiar en él, había que entregarse sin condiciones a su amabilidad, a su bondad, a su sabiduría, a su sinceridad y a una sencillez casi infantil. Habla a favor de nuestro mundo y a favor de América que un hombre tan ajeno al mundo no sólo pudiera sobrevivir en él, sino que fuera apreciado y respetado."
En relación con su forma de trabajar y comportarse, son ilustrativas las conversaciones con el hijo de Einstein, Hans Albert, y una nutrida representación de colaboradores de Einstein a lo largo de su vida, radiadas por la BBC en 1966, publicadas por G. J. Whitrow en Einstein: el hombre y su obra (México, 1961). Estas son algunas ideas extraídas de las respuestas de Banesh Hoffmann referidas al tiempo en que él y Leopold Infeld, trabajaron bajo la dirección de Einstein a partir de 1937, tras atreverse a presentarse al insigne científico para que les aconsejara algún tema de investigación :
"Yo tuve la fortuna de trabajar con Einstein. Cualquiera hubiera pensado en ello como una maravillosa oportunidad para ver cómo trabajaba su mente y aprender a convertirse uno mismo en un gran científico. Desgraciadamente, no se producen esas revelaciones. El genio no puede reducirse a una serie de reglas simples para que cada cual las siga.
Cuando llegábamos a un callejón sin salida...todos hacíamos una pausa y entonces Einstein se ponía de pie tranquilamente y decía, en su curioso inglés : "I will a little think" ("Voy a pensar un poquito"). Diciendo esto se ponía a caminar para arriba y para abajo o en círculos, mientras jugaba con un mechón de su largo cabello cano, dándole vueltas con su dedo índice. En esos momentos altamente dramáticos, Infeld y yo nos quedábamos completamente callados, sin atrevernos a movernos ni hacer el menor sonido, para no interrumpir el curso de su pensamiento...Había en su rostro una mirada soñadora, lejana y, sin embargo, interiorizada. No daba ninguna apariencia de concentración intensa. Pasaba un minuto más y otro y, de repente, Einstein se relajaba visiblemente y su semblante se iluminaba con una sonrisa...parecía volver a la realidad y darse cuenta de nuestra presencia. Entonces nos daba la solución al problema y casi siempre la solución funcionaba."
Textos: Dr. Antonio Moreno González
miércoles, 17 de marzo de 2010
¿Qué es, en realidad 'pensar'?
Albert Einstein: filósofo científico, se plantea qué es pensar.
Cuando, como consecuencia de la recepción de impresiones sensoriales, surgen imagenes en la memoria, esto aún no es 'pensar'. Cuando tales imagenes forman series, cada uno de cuyos miembros provoca la aparición de otro, tampoco esto es 'pensar'. Mas cuando alguna de aquellas imagenes se repite una y otra vez en muchas de esas series, entonces dicha imagen se convierte, en virtud de su recurrencia, en un elemento ordenador al conectar entre sí series que por sí mismas no guardan relación alguna. Un elemento tal se convierte en herramienta, en concepto. Pienso que la transición de la libre asociación o 'soñar' al 'pensar' está caracterizada por el papel más o menos dominante que en ello desempeñe el 'concepto'. En realidad no es necesario que un concepto vaya ligado a un signo sensorialmente perceptible y reproducible (palabra), pero si de hecho lo está, entonces el pensamiento se torna comunicable.
¿Con qué derecho -preguntará el lector- opera este hombre tan despreocupada y primitivamente con ideas pertenecientes a una esfera tan problemática, sin hacer el más mínimo esfuerzo por demostrar nada? He aquí mi defensa: todo nuestro pensar es de este tipo, un juego libre con conceptos; la justificación de este juego radica en que, con ayuda de aquél, somos capaces de abarcar la experiencia de los sentidos. El concepto de 'verdad' no se puede aplicar aún a una estructura tal; a mi modo de ver, este concepto no puede entrar en consideración hasta tanto no se tenga a mano previamente un profundo acuerdo (convención) relativo a los elementos y reglas del juego.
Para mí no hay duda alguna de que el pensar se desarrolla en su mayor parte sin el uso de los signos (palabras), y por encima de ello y en un grado considerable, de un modo inconsciente. ¿Pues cómo puede ocurrir, si no, que a veces 'nos extrañemos' espontáneamente ante un suceso determinado? Este 'extrañarse' parece surgir allí donde un determinado suceso entra en conflicto con un mundo conceptual suficientemente fijado en nosotros. Cuando este conflicto es vivido dura e intensivamente repercute de un modo decisivo sobre nuestro mundo de pensamientos. El desarrollo de este mundo de pensamientos es en cierto modo una huida de ese 'extrañarse'."
Tomada de Einstein, Albert, "Autobiographical notes" en Albert Einstein: Philosopher-Scientist, P.A. Schilpp ed. The Library of Living Philosophers, Open Court Publishing Company, La Salle, Illinois, 1970.
Cuando, como consecuencia de la recepción de impresiones sensoriales, surgen imagenes en la memoria, esto aún no es 'pensar'. Cuando tales imagenes forman series, cada uno de cuyos miembros provoca la aparición de otro, tampoco esto es 'pensar'. Mas cuando alguna de aquellas imagenes se repite una y otra vez en muchas de esas series, entonces dicha imagen se convierte, en virtud de su recurrencia, en un elemento ordenador al conectar entre sí series que por sí mismas no guardan relación alguna. Un elemento tal se convierte en herramienta, en concepto. Pienso que la transición de la libre asociación o 'soñar' al 'pensar' está caracterizada por el papel más o menos dominante que en ello desempeñe el 'concepto'. En realidad no es necesario que un concepto vaya ligado a un signo sensorialmente perceptible y reproducible (palabra), pero si de hecho lo está, entonces el pensamiento se torna comunicable.
¿Con qué derecho -preguntará el lector- opera este hombre tan despreocupada y primitivamente con ideas pertenecientes a una esfera tan problemática, sin hacer el más mínimo esfuerzo por demostrar nada? He aquí mi defensa: todo nuestro pensar es de este tipo, un juego libre con conceptos; la justificación de este juego radica en que, con ayuda de aquél, somos capaces de abarcar la experiencia de los sentidos. El concepto de 'verdad' no se puede aplicar aún a una estructura tal; a mi modo de ver, este concepto no puede entrar en consideración hasta tanto no se tenga a mano previamente un profundo acuerdo (convención) relativo a los elementos y reglas del juego.
Para mí no hay duda alguna de que el pensar se desarrolla en su mayor parte sin el uso de los signos (palabras), y por encima de ello y en un grado considerable, de un modo inconsciente. ¿Pues cómo puede ocurrir, si no, que a veces 'nos extrañemos' espontáneamente ante un suceso determinado? Este 'extrañarse' parece surgir allí donde un determinado suceso entra en conflicto con un mundo conceptual suficientemente fijado en nosotros. Cuando este conflicto es vivido dura e intensivamente repercute de un modo decisivo sobre nuestro mundo de pensamientos. El desarrollo de este mundo de pensamientos es en cierto modo una huida de ese 'extrañarse'."
Tomada de Einstein, Albert, "Autobiographical notes" en Albert Einstein: Philosopher-Scientist, P.A. Schilpp ed. The Library of Living Philosophers, Open Court Publishing Company, La Salle, Illinois, 1970.
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