HONENAJE A ALBERT EINSTEIN
Lejos de lo que mucha gente piensa, Albert Einstein distaba mucho de ser un científico distante, dogmático y aburrido.
De hecho, nada como recrearse en la lectura de su biografía, o diario, para descubrir sus profundas convicciones humanas y su inteligente sentido del humor.
Recomendamos la lectura de:
MI VISIÓN DEL MUNDO (FÁBULA) NOVIEMBRE 1995
EINSTEIN, ALBERT ISBN: 978-84-7223-919-7 -240 PÁG.
En una época en la que las concepciones de la física se aferraban a principios profundamente arraigados en las leyes de Newton, los planteamientos de la visión de Einstein, eran considerados como ridículos unas veces, otras como ofensivos, y no estuvo exento de críticas, enemigos y amenazas, fruto de sus coetáneos. Pese a todo aquello, jamás perdía el sentido del humor.
Algunas de sus frases célebres provienen del tiempo en el que sus teorías suscitaban la ira de algunos.
Hemos seleccionado algunas que son dignas de elogio para compartirlas con los lectores. Ésta fue justo cuando obtenía reconocimiento: "He llegado a ser algo así como un rey Midas, pero con la diferencia de que a mi lado no se convierte todo en oro, sino en una especie de circo…".
Así mismo, no tardó en aseverar con mucho humor:
Desde que los matemáticos la han tomado con la teoría de la Relatividad, ni yo mismo la entiendo.
Era un profundo pacifista convencido. Incapaz de entender las guerras, en pleno ambiente prebélico, en 1930, escribió en el New York Times: "Estoy firmemente convencido de que todos los alegatos en defensa de los armamentos están enteramente sostenidos por los fabricantes de municiones y por aquellos que, ya sea por motivos financieros o por otros de carácter político, igualmente egoistas, están interesados en el mantenimiento de las instituciones militares"; (A.Einstein, El desarme inmediato como ejemplo, NewYork Times, 21 de enero de 1930).
Respecto a los planteamientos rígidos de su época, basados en el sentido común, dijo: "Finalmente Albert Einstein, era un hombre de profundas convicciones espirituales, y sin por ello perder un ápice de brillo, se emocionaba cada vez que hablaba de Dios y del Universo Inteligente. Cierto día confesó:
Las ideas vienen de Dios, dicho con todo respeto.
En la chimenea de mármol del Pabellón de Matemáticas de la Universidad de Princeton figura una leyenda en alemán que podría ser considerada como el credo científico de Albert Einstein:
“
Raffiniert ist der Herr Gott, aber boshaft ist er nicht”
Dios es sútil, pero no malicioso.
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