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viernes, 19 de noviembre de 2021
sábado, 25 de septiembre de 2021
Postulados de Einstein
Postulados de Einstein
https://brasilescola.uol.com.br/fisica/a-questao-eter-luminifero.htm
FÍSICA
Em 1905, com apenas 26 anos de idade, Albert Einstein publicou, no Anuário Física Alemão, vários trabalhos, entre os quais a Teoria da Relatividade Especial ou Restrita, que permitiu explicar vários fatos que ainda não haviam sido esclarecidos. Em 1926, publicou a Teoria Geral da Relatividade, que trata de referenciais inerciais.
A teoria da Relatividade Especial, proposta por Einstein, baseia-se em dois postulados.
1º Postulado ou Princípio da Relatividade
As leis da Física são as mesmas em todos os sistemas referenciais inerciais.
Ou seja, não existe nenhum sistema de referência inercial preferencial.
2º Postulado ou Princípio da Constância da Velocidade da Luz.
A velocidade da luz no vácuo tem o mesmo valor c para todos os sistemas referenciais inerciais.
O 2º postulado quer dizer que a velocidade da luz no vácuo (c = 300.000 km/s) não depende da velocidade da fonte emissora de luz nem do movimento do observador. Ela não depende do sistema de referência inercial adotado. Como consequência, os conceitos de espaço e tempo são relativos, isto é, se a velocidade c é constante para todos os observadores, então o espaço e o tempo, cujo quociente fornece o valor de c, podem assumir diferentes valores, dependendo do observador.
A teoria da Relatividade Geral rege-se pelo postulado:
Existe uma completa equivalência física entre um campo gravitacional e a correspondente aceleração de um sistema de referência. Esta hipótese estende o princípio da relatividade especial para sistemas de referência uniformemente acelerados.
De acordo com esse princípio, uma pessoa fechada em uma espaçonave acelerada verticalmente para cima, com a mesma aceleração que a da gravidade da Terra (≈ 9,8 m/s2), não poderia afirmar se a força que o prende ao chão da sala tem origem no campo gravitacional da Terra ou se essa força é devida a aceleração da própria sala através do espaço.
Por Kléber Cavalcante
Graduado em Física
Equipe Brasil Escola
Gostaria de fazer a referência deste texto em um trabalho escolar ou acadêmico? Veja:
CAVALCANTE, Kleber G. "Postulados de Einstein"; Brasil Escola. Disponível em: https://brasilescola.uol.com.br/fisica/postulados-einstein.htm. Acesso em 25 de setembro de 2021.
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sábado, 4 de septiembre de 2021
La hipótesis del cuanto de luz y la relatividad especial ¿Por qué Einstein
no las relacionó en 1905?
Alejandro
CassiniMarcelo Leonardo LevinasACERCA DE LOS AUTORES
Resúmenes
Nuestro objetivo es determinar por qué Einstein no mencionó su artículo de marzo de 1905 sobre el quantum de luz, referido al carácter corpuscular de la luz, en el artículo en el que introduce la relatividad especial, escrito sólo tres meses después. Las razones principales que hemos encontrado son: las diferentes actitudes de Einstein frente a la existencia del espacio absoluto y del éter; su permanente compromiso con la primacía ontológica del campo electromagnético; las características no clásicas que debió atribuirle al cuanto de luz; su ambivalencia respecto de la electrodinámica de Maxwell como representación completa y definitiva de la realidad física a la vez que la sospecha de que una eventual dualidad onda/partícula no resultaría una dificultad insalvable; su poco comprometida e inestable actitud frente al atomismo; el carácter más conservador aunque menos intuitivo de la relatividad especial; la diferente interpretación del status epistemológico de las hipótesis y las marcadas diferencias en la presentación de las respectivas teorías.
Contexto experimental; Presupuestos teóricos; Hipótesis auxiliares; Explicación mecánico-causal; Dualidad onda/partícula; Éter luminífero
We attempt to determine why Einstein did not mention his article on light-quanta hypothesis, written in March 1905, in his formulation of Special Relativity, devised just three months later. The main reasons we have found are the following: Einstein's different attitudes towards the existence of ether and absolute space; his permanent commitment to the ontological primacy of the electromagnetic field; the non-classical properties he ought to attribute to light-quanta; his hesitant stance about Maxwell electrodynamics as a complete and definitive representation of physical reality and at the same time, his suspection that a possible wave/particle duality would not lead to an unsolvable difficulty; his unstable and uncompromised attitude with respect to atomism; the more conservative, though less intuitive, character of Special Relativity; the different interpretation of the epistemological status of both theories and the marked differences in their formulation.
Experimental context; Theoretical assumptions; Auxiliary hypotheses; Causal-mechanical explanation; Wave-particle duality; Luminiferous ether
ARTIGOS
La hipótesis del cuanto de luz y la relatividad especial ¿Por qué Einstein no las relacionó en 1905?
Alejandro CassiniI; Marcelo Leonardo LevinasII
IUniversidad de Buenos Aires-CONICET, Argentina. alepafrac@yahoo.com.ar
IIUniversidad de Buenos Aires-CONICET, Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE), Argentina. leo@levinas.com.ar
RESUMEN
Nuestro objetivo es determinar por qué Einstein no mencionó su artículo de marzo de 1905 sobre el quantum de luz, referido al carácter corpuscular de la luz, en el artículo en el que introduce la relatividad especial, escrito sólo tres meses después. Las razones principales que hemos encontrado son: las diferentes actitudes de Einstein frente a la existencia del espacio absoluto y del éter; su permanente compromiso con la primacía ontológica del campo electromagnético; las características no clásicas que debió atribuirle al cuanto de luz; su ambivalencia respecto de la electrodinámica de Maxwell como representación completa y definitiva de la realidad física a la vez que la sospecha de que una eventual dualidad onda/partícula no resultaría una dificultad insalvable; su poco comprometida e inestable actitud frente al atomismo; el carácter más conservador aunque menos intuitivo de la relatividad especial; la diferente interpretación del status epistemológico de las hipótesis y las marcadas diferencias en la presentación de las respectivas teorías.
Palabras-clave: Contexto experimental. Presupuestos teóricos. Hipótesis auxiliares.Explicación mecánico-causal. Dualidad onda/partícula. Éter luminífero.
ABSTRACT
We attempt to determine why Einstein did not mention his article on light-quanta hypothesis, written in March 1905, in his formulation of Special Relativity, devised just three months later. The main reasons we have found are the following: Einstein's different attitudes towards the existence of ether and absolute space; his permanent commitment to the ontological primacy of the electromagnetic field; the non-classical properties he ought to attribute to light-quanta; his hesitant stance about Maxwell electrodynamics as a complete and definitive representation of physical reality and at the same time, his suspection that a possible wave/particle duality would not lead to an unsolvable difficulty; his unstable and uncompromised attitude with respect to atomism; the more conservative, though less intuitive, character of Special Relativity; the different interpretation of the epistemological status of both theories and the marked differences in their formulation.
Keywords: Experimental context. Theoretical assumptions. Auxiliary hypotheses. Causal-mechanical explanation. Wave-particle duality. Luminiferous ether.
INTRODUCCIÓN
En 1905 Einstein parece haber sostenido simultáneamente dos teorías de la luz incompatibles entre sí. En el artículo en el que introdujo la noción de cuanto de luz (Einstein, 1905a), propuso una teoría semicorpuscular con cierto carácter cuántico, novedosa y muy diferente de las teorías clásicas de la emisión de corte newtoniano. En el artículo posterior en el que formuló la relatividad especial (Einstein, 1905b), adhirió sin reservas a la teoría ondulatoria clásica de Maxwell, señalando, además, que se la podía sostener sin presuponer la existencia del éter luminífero. El objetivo de este trabajo era elaborar una nueva mecánica que preservara la validez de las ecuaciones de Maxwell. En cambio, el objetivo del trabajo sobre el cuanto de luz era muy diferente: Einstein se propuso explicar ciertos fenómenos relativos a la interacción entre la materia y la luz, fenómenos que eran conocidos experimentalmente pero que no tenían una explicación satisfactoria en el contexto de la electrodinámica clásica.
El punto de partida de Einstein en su artículo sobre el cuanto de luz implicaba un reconocimiento explícito de que la teoría ondulatoria de la luz, a pesar de su éxito indiscutible, tenía limitaciones explicativas para tratar los procesos de absorción y emisión de la luz y resultaba, por tanto, al menos incompleta. En el artículo donde se formula la relatividad especial, en cambio, no hay referencia alguna a este hecho. Einstein (1905a) menciona tres fenómenos luminosos que no se pueden explicar mediante la teoría de Maxwell: la fotoluminiscencia, el efecto fotoeléctrico y la ionización de gases por la luz ultravioleta. La explicación de Einstein del efecto fotoeléctrico llegó a ser tan famosa que su trabajo se llamó a veces "el artículo del efecto fotoeléctrico". Esta denominación fue, ciertamente, inapropiada ya que, en realidad, el objetivo de Einstein era mucho más amplio: intentaba proporcionar un punto de vista acerca de la radiación que diera cuenta de todos los fenómenos de interacción entre la materia y la luz que la teoría de Maxwell dejaba sin explicar.
Los dos artículos de 1905 tratan problemas diferentes, pero, no obstante, tienen en común el hecho de que, en cada uno de ellos, la estructura y las propiedades de la luz desempeñan un papel fundamental. A pesar de ello, Einstein no hizo referencia alguna, en su artículo sobre la relatividad especial (1905b), a su teoría del cuanto de luz, formulada apenas tres meses antes (1905a). Aparentemente, en cada uno de estos trabajos Einstein mantiene una concepción diferente de la naturaleza de la luz. ¿Sostuvo simultáneamente dos concepciones de la luz en principio incompatibles? Sin duda, Einstein estaba preocupado fundamentalmente en enfatizar los aspectos más novedosos y revolucionarios de cada una de sus dos teorías de 1905. No obstante, el silencio de Einstein (1905b) sobre su teoría del cuanto de luz no deja de ser significativo.
Retrospectivamente, sabemos que la relatividad especial y la teoría cuántica de la luz sólo pudieron conciliarse en el contexto de una teoría cuántica de campos, la electrodinámica cuántica, que comenzó a formularse en la segunda mitad de la década de 1920, pero sólo alcanzó una formulación consistente hacia 1950. En 1905, no existía aún ninguna mecánica cuántica, por lo que Einstein formuló su teoría del cuanto de luz en el marco de la mecánica clásica del punto material, por lo menos respecto de las leyes de movimiento. La teoría del cuanto de luz, como quiera que se la interpretara, contradecía evidentemente a la electrodinámica de Maxwell, pero no a la cinemática y la dinámica de Newton. En la relatividad especial, sin embargo, Einstein presenta una mecánica alternativa a la newtoniana, por lo que, en un contexto relativista, la noción misma de cuanto de luz debía ser reconceptualizada.
Nuestro punto de partida es la siguiente pregunta: ¿Por qué Einstein en el artículo en el que formuló la relatividad especial no hizo referencia alguna al artículo, escrito sólo tres meses antes, donde introdujo el cuanto de luz? Esta es una cuestión significativa, pero aún muy poco explorada, y que, a su vez, permite plantear la pregunta más relevante: ¿Einstein no relacionó sus dos concepciones de la luz porque hubiera resultado contradictorio sostenerlas simultáneamente? Según nuestro punto de vista, existen diversas y complejas razones: el carácter particular del compromiso de Einstein con la electrodinámica de Maxwell, el diferente status epistemológico que les otorgó a sus dos concepciones de la luz, la ineludible y conflictiva dualidad onda/partícula de la luz, la imposibilidad de concebir a los cuantos de luz como corpúsculos clásicos y las restricciones que la relatividad especial, de hecho, les impondría a estas entidades.1
1 LA EFICACIA DE LAS HIPÓTESIS DE EINSTEIN SOBRE EL CUANTO DE LUZ
Desde fines del siglo XIX, el problema de explicar cómo se producen las interacciones entre la materia y la radiación constituía un ámbito de investigación de frontera que presentaba severas anomalías para la electrodinámica clásica elaborada por Maxwell y Lorentz. Basta recordar los problemas referidos a la radiación del cuerpo negro que motivaron la introducción del cuanto de acción de Planck (Planck, 1900). Al comienzo de su artículo (1905a), Einstein señalaba explícitamente que los fenómenos asociados con la radiación del cuerpo negro planteaban una dificultad para la teoría de Maxwell (cf. Einstein, 1905a, p. 133). Recordemos, además, que la teoría que Planck había propuesto para resolver este problema, tampoco le parecía satisfactoria.2
Entre los fenómenos que Einstein señaló como problemáticos para la electrodinámica clásica, sólo consideraremos el efecto fotoeléctrico (en adelante abreviado como EF). Este efecto se interpretaba en 1905, al igual que en nuestros días, como la emisión de electrones (que fueron denominados "fotoelectrones") por parte de las sustancias sobre las que incidía luz de determinadas frecuencias. Sin embargo, el descubrimiento accidental de dicho efecto por H. Hertz en 1887, fue anterior al descubrimiento del electrón por J. J. Thomson en 1897, por lo que originalmente sólo podía conceptualizarse como la producción de una corriente eléctrica.
Antes de 1905, principalmente debido a los experimentos de Lenard (1902), se habían establecido cuatro regularidades empíricas sobre el EF, de las cuales tres no tenían explicación teórica satisfactoria en el marco de una concepción ondulatoria de la luz.
La primera era que existía un umbral en la frecuencia de la luz que provocaba el EF. Para cada sustancia parecía haber una frecuencia crítica por debajo de la cual no se observaba la emisión de fotoelectrones, cualquiera fuese la intensidad de la luz incidente. Sin embargo, según la teoría electromagnética, la energía de una onda luminosa era proporcional a su intensidad (o sea, al módulo de la amplitud al cuadrado). La segunda era que la energía de los fotoelectrones aumentaba con la frecuencia de la luz incidente;3 esto nuevamente resultaba incompatible con la electrodinámica de Maxwell, donde la densidad de energía de una onda luminosa no tiene relación alguna con su frecuencia. La tercera era que el número de fotoelectrones resultaba proporcional a la intensidad de la luz incidente; este era el único hecho experimental que podría tener una explicación ondulatoria ya que, dado que una onda más intensa posee mayor energía, era razonable esperar que las ondas de mayor intensidad excitasen un número mayor de electrones. La cuarta era que no había ningún tiempo de retardo en la emisión de fotoelectrones, cualquiera fuera la intensidad de la luz incidente; sin embargo, para la teoría electromagnética debía existir un tiempo de retardo inversamente proporcional a la intensidad de la onda incidente.
En 1905, Einstein propuso una hipótesis audaz que resolvía simultáneamente todas las anomalías que hemos señalado. Consistía en suponer que la energía de la luz no estaba distribuida de manera continua, como en una onda luminosa, sino de manera discreta en cuantos localizados puntualmente. Conjeturó que cada cuanto de luz poseía una energía E = hn, de acuerdo con la fórmula de Planck para la energía cuantificada (Planck, 1900). También postuló que, en las interacciones entre la luz y la materia, la energía se intercambiaba en cantidades discretas consistentes en la absorción o emisión de un cuanto luminoso por parte de los átomos del material. El pasaje, donde Einstein presentó sus hipótesis generales acerca de la naturaleza de la luz, resulta tan claro y conciso que merece reproducirse, una vez más, en toda su extensión:
De hecho, ahora me parece que las observaciones de la "radiación de cuerpo negro", fotoluminiscencia, producción de rayos catódicos por luz ultravioleta y otros grupos de fenómenos concernientes a la emisión y transformación de la luz aparecen más comprensibles bajo el supuesto de que la energía de la luz está distribuida discontinuamente en el espacio. De acuerdo con el supuesto que contemplamos aquí, en la propagación de un rayo de luz que sale de un punto, la energía no está distribuida continuamente en un espacio que se vuelve más y más grande, sino que ésta consiste en un número finito de cuantos de energía localizados en puntos del espacio, los cuales se mueven sin dividirse, y sólo pueden ser absorbidos o generados como un todo (Einstein, 1905a, p. 133).
La argumentación que se presenta en el pasaje que acabamos de citar encaja perfectamente en el patrón general del razonamiento llamado abducción por Peirce, retroducción por Hanson e inferencia a la mejor explicación por Harman.4
Antes de aplicar la hipótesis del cuanto de luz, Einstein ofrece un extenso argumento para justificarla. Usualmente se lo ha interpretado como un argumento deductivo5 cuya conclusión es que:
(...) la radiación monocromática (de densidad suficientemente baja) se comporta, en lo que concierne a la dependencia de la entropía respecto del volumen, como un medio discontinuo consistente en cuantos de energía de magnitud Rbn/N (...) (Einstein, 1905a, p. 143).
Einstein prosigue diciendo que si efectivamente la radiación se comporta de esta manera, entonces:
(...) es necesario investigar si las leyes de la emisión y la transformación de la luz también están construidas como si la luz consistiera en tales cuantos de energía (Einstein, 1905a, p. 143-4).
Advirtamos dos características notables de estos pasajes. En primer lugar, Einstein no escribe la constante de Planck como h, sino como la relación entre otras constantes.6 Tampoco llama a esta expresión con el nombre "constante de Planck", a pesar de que era la segunda vez en la historia que se la utilizaba en una ecuación. La reluctancia de Einstein puede explicarse por el hecho de que no se sentía satisfecho por la forma en que Planck había justificado a posteriori su célebre fórmula. Por lo demás, no sólo aceptó la hipótesis cuántica de Planck, esto es, la necesidad de cuantificar la energía para explicar las anomalías producidas por el fenómeno de la radiación del cuerpo negro, sino que la extendió a la constitución de la radiación electromagnética libre. En segundo lugar, Einstein no afirma la existencia efectiva de los cuantos de energía. Su conclusión lleva siempre la cláusula "como si", esto es, la presenta como una afirmación ex hipothesi; en ello consiste, como veremos, el carácter "heurístico" de la formulación de toda su teoría.
El carácter revolucionario de su concepción cuántica de la luz consiste, sobre todo, en que concibe que la radiación libre no se propaga como una onda continua, sino como un agregado de cuantos discretos. Esto significa que la hipótesis cuántica no se aplica solamente a la interacción de la luz con la materia, sino también a la propagación de la luz en el vacío. Planck y la mayoría de los físicos en ese momento fueron más conservadores y prefirieron mantener la teoría de Maxwell para la radiación libre, trasladando el problema del carácter cuántico de la luz exclusivamente a los procesos de interacción con la materia.7 Einstein podría haber seguido este camino, que luego se reveló intransitable ya que dejaba sin explicar cómo la onda luminosa incidente podía "transformarse" en corpúsculos discretos, cuando la luz interactuaba con cuerpos materiales.
En la explicación del EF, Einstein utilizó, de hecho, todo un conjunto de hipótesis que podemos formular de esta manera:
H1: La energía de un rayo luminoso no es continua sino que consiste en un número finito de cuantos de energía.
H2: La energía de cada cuanto es igual a la constante de Planck multiplicada por la frecuencia de la luz (E = hv).
H3: Cada cuanto luminoso es de naturaleza puntual y tiene una localización bien definida en el espacio.
H4: Cuando interactúan con la materia, los cuantos de luz se absorben o emiten como unidades completas e "indivisibles", es decir, la materia absorbe o emite la totalidad de la energía del cuanto.
H5: Cada cuanto de luz interactúa con un único electrón y cada electrón con un único cuanto de luz.8
H6: Los cuantos de luz no interactúan entre sí cuando la luz se propaga en el vacío, o al menos, se hallan tan separados uno de otro que toda interacción entre ellos resulta despreciable.
En una reconstrucción hipotético-deductiva, todas estas hipótesis podrían considerarse como los postulados (no necesariamente independientes entre sí) de una teoría más o menos general acerca del cuanto de luz. Usualmente, mediante la expresión "la hipótesis del cuanto de luz" se ha hecho referencia a algunas de las primeras cuatro hipótesis que enunciamos en la lista anterior. Sin embargo, las dos últimas son claramente independientes de las restantes y, a la vez, resultan esenciales para dar cuenta de la interacción de los cuantos de luz con los electrones. Así pues, la llamada hipótesis del cuanto de luz de Einstein es, en realidad, una teoría que incorpora no sólo hipótesis relativas a la composición de la luz, sino también hipótesis acerca de la interacción de la luz con la materia.
La explicación de Einstein del EF es claramente una explicación causal. Su patrón explicativo se corresponde muy bien con el llamado modelo mecánico-causal de W. Salmon (cf. Salmon, 1984, 1998).9 Esta clase de explicación es posible porque la teoría del cuanto de luz es aún una teoría determinista. Los cuantos de luz de Einstein todavía retienen algunas propiedades características de los corpúsculos materiales de la mecánica clásica: poseen localización espacio-temporal bien definida y tienen trayectorias perfectamente determinadas. Por esa razón, pueden interactuar causalmente con partículas de otra especie, tales como los electrones. Tal interacción debería involucrar, como todas las interacciones clásicas, una transferencia de energía entre partículas. Aunque Einstein no lo afirma explícitamente, es plausible suponer que la energía se conserva en todas las interacciones entre los cuantos de luz y los electrones. Finalmente, la interacción causal ocurre en un tiempo y lugar bien determinados. Como tal, debe durar un tiempo característico que debe ser muy pequeño, aunque nunca puede ser nulo.
2 COSTOS Y BENEFICIOS DE LA EXPLICACIÓN DE EINSTEIN
Frases de Einstein
Albert Einstein
(Ulm, 1879-1955).
Físico alemán nacionalizado estadounidense, premiado con un Nobel, famoso por ser el autor de las teorías general y restringida de la relatividad y por sus hipótesis sobre la naturaleza corpuscular de la luz. Es probablemente el científico más conocido del siglo XX.
La publicación de Einstein en 1905, Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento, formulaba lo que después llegó a conocerse como la teoría especial de la relatividad. Empezó con el enunciado del principio de equivalencia según el cual los campos gravitacionales son equivalentes a las aceleraciones del sistema de referencia. Basándose en dicha teoría, pudo entender las variaciones hasta entonces inexplicables del movimiento de rotación de los planetas y logró predecir la inclinación de la luz de las estrellas al aproximarse a cuerpos como el Sol.
Einstein siempre sostuvo que la única fuente del conocimiento era la experiencia. Murió el 18 de abril de 1955 en Princeton.
Frases de Einstein:
“Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz.”
“Los conceptos y principios fundamentales de la ciencia son invenciones libres del espíritu humano.”
“La ley de la gravedad no es responsable de que la gente se enamore.”
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.”
“Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor.”
“La única cosa realmente valiosa es la intuición.”
“Entre las dificultades se esconde la oportunidad”
“Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana; y yo no estoy seguro sobre el universo.”
“La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez.”
“La formulación de un problema, es más importante que su solución.”
“Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.”
“El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados.”
“La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos.”
“Un estómago vacío, es un mal consejero.”
“La debilidad de actitud se vuelve debilidad de carácter.”
“La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez.”
“La alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza.”
“Lo importante es no dejar de hacerse preguntas.”
“Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada.”
“Sería posible describir todo científicamente, pero no tendría ningún sentido; carecería de significado el que usted describiera a la sinfonía de Beethovencomo una variación de la presión de la onda auditiva.”
“Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.”
“Quien nunca ha cometido un error nunca ha probado algo nuevo.”
“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.”
“La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices.”
“La imaginación es más efectiva que el conocimiento.”
“Nunca consideres el estudio como una obligación sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.”
“Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida.”
viernes, 26 de marzo de 2021
MI CREDO HUMANISTA ALBERT EINSTEIN
MI CREDO HUMANISTA ALBERT EINSTEIN
TRADUCCIÓN Y SELECCIÓN DE TEXTOS: ALFREDO LLANOS Y OFELIA MENGA
2 Editado por elaleph.com © 2000 – Copyright www.elaleph.com Todos los Derechos Reservados www.elaleph.com Mi credo humanista donde los libros son gratis
3 Si anhelamos con sinceridad y pasión la seguridad, el bienestar y el libre desarrollo del talento de todos los hombres no hemos de care- cer de los medios necesarios para conquistarlos. A. Einstein. www.elaleph.com Albert Einstein donde los libros son gratis
4 PRÓLOGO
No es fácil discernir si la popularidad de Albert Einstein, que eclipsó a figuras del cine y del deporte, se debió a su condición de creador de las teorías más abstrusas de la física o a su carácter de humanista inmerso en la vida, o bien a su infatigable lucha por la paz, sostenida empeñosamente, sobre todo, durante su residencia en los EE.UU. En un mundo ensoberbecido por la posesión de armas de tremendo poder destructivo se convirtió en intérprete de una misión alta- mente honrosa, que coincidía con el anhelo de los pueblos indefensos. Desde su endeble posición de civil armado sólo de su profundo amor al prójimo y su buena voluntad aprovechó su prestigio de científico para sacudir el egoísmo de quienes piensan que la guerra es siempre un excelente negocio y los seres humanos el alimento indispensable que debe mantener esta máquina infernal. Pocos hombres de su nivel intelectual han dado pruebas tan extremas de altruismo y de generosos sentimientos como este sabio que exhibía la nobleza y a veces el candor y la modestia de los que son realmente grandes. Todas las tribunas le fueron aptas para movilizar el espíritu de la gente sin distinción de razas ni credos. Estuvo fraternalmente cerca de pacifistas como Mahatma Gandhi, Bertrand Russell y Romain Rolland. Además, prestó su colaboración espontánea y sincera a los movimientos que en su tiempo bregaban por la libertad de las minorías oprimidas. Se hallaba convencido de que era posible eliminar los nacionalismos fanáticos, y que la humanidad deseaba unirse en favor del progreso y la cultura, para lo cual le era indispensable borrar las fronteras y eliminar el servicio militar obligatorio, al que consideraba una ofensa permanente contra la dignidad humana. Creía, con Franklin, que no hubo nunca una mala paz ni una buena guerra, aferrado a su moral concreta forjada en la observación y en los hechos. El pacifismo de Einstein carece de retórica y va directamente a los problemas planteados por el nuevo impulso que la ciencia dio a la tecnología militar. Nadie conocía mejor que él el efecto destructor de
5 las armas modernas, y en cierto modo resulta una ironía que quien descubrió la clave para desintegrar el átomo debía convertirse en el detractor sistemático de su perfeccionamiento y empleo. Se ha pretendido ver en esta actitud del gran físico una flagrante contradicción. Sin embargo, el científico en su caso y en el de los que le precedieron, pretende arrancarle los secretos a la naturaleza y en esta tarea tan compleja recibe no pocas sorpresas y acepta tremendos desafíos. Su labor no está limitada por factores morales. La ciencia es ajena a todos los códigos posibles y sólo tiene como norma penetrar en el misterio que le rodea. La tragedia aparece cuando el poder político- dominado siempre por oscuros intereses- decide sobre el uso de ciertos descubrimientos y sus posibilidades de aplicación. Entonces la elección no está en manos del científico ni se le consulta en cuanto al problema ético que puede creársele. En la mayoría de los casos se ve obligado a ceder, acorralado por la tradición, el patriotismo, la defensa de la nacionalidad y otros prejuicios ante los cuales su filosofía moral, siempre débil, si existe, se hunde irremediablemente. Recuerda él mismo el caso de Alfred Nobel, descubridor del explosivo más poderoso de su tiempo y que, después, quizá para acallar su conciencia culpable, estableció el premio para la paz y otros de orden cultural. No cabe duda que Einstein, el físico, convertido en una especie de ídolo universal, debió reconstruir su mundo moral a partir de la aparición del nacionalsocialismo. También se vio constreñido a asumir su conciencia judía, hasta entonces un poco borrosa en su mente. Confiesa, al comenzar la década del treinta, que fueron los paganos quienes le recriminaron su origen racial. Esta lucha interior del físico con su medio ambiente y su propio pasado se agudiza a medida que los acontecimientos políticos en Europa muestran una resuelta tendencia bélica. La vida en el viejo mundo se carga de violencia como resultado de la secuela de choques ideológicos, revoluciones, conflictos civiles y rencores que dejó la primera guerra y la mala tregua que se preparó como trampolín para saltar a la conflagración de 1939. El ajuste de cuentas quedó pendiente. Los ganadores procedieron con mezquindad y arrogancia; los vencidos no
6 ocultaron su odio y la hora del desquite. Los científicos también toma- ron partido, y casi todos fueron beligerantes. Einstein insiste en que no creó la bomba, pero que sugirió al presidente Roosevelt la necesidad de adelantarse a los alemanes, en nombre de los colegas, que como Fermi, venían trabajando en su preparación. Se trataba de salvar la civilización y la cultura, y el monstruoso artefacto, un secreto a medias, quedó en poder de las naciones que, según la presunción admitida, representaban, en la contienda, la libertad y el derecho. Hay que consignar, en honor de Einstein, el gesto de coraje, muestra de decepción y escepticismo, con que en 1947 expresó: “Con toda franqueza declaro que la política exterior de los EE.UU., a partir del cese de hostilidades, me ha recordado la actitud de Alemania en los tiempos del Kaiser Guillermo II, y sé que esta penosa analogía es compartida por muchas personas”. Desde 1933, fecha en que se incorporó como profesor al Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Princeton, Einstein desplegó una inusitada actividad intelectual. Sobre, su fama de físico estructuró toda una conjunción de ideas filosóficas de hondo sentido ético y humanista que no obedecían a ninguna escuela determinada, sino a su condición de hombre comprometido con la vida y la dignidad humana. Sus escritos, de variado tono, se destacan por una tendencia definida: la instauración de un sistema moral, político y económico capaz de erradicar la guerra y poner al servicio de la humanidad los beneficios de la ciencia y la tecnología, un gobierno mundial, en suma, que dé a la cultura la merecida extensión y le suprima su marbete elitista. El saber libresco no ayuda a crear la personalidad y la enseñanza autoritaria convierte al estudiante en un autómata, un rebelde, o un perro amaestrado, según sus propias palabras. Einstein es un moralista activo, que advierte la necesidad de atenerse a la conducta leal en las relaciones entre los individuos y los pueblos, una manera de elevar el contenido de la existencia. Y si bien acepta la religión en la forma que cree descubrirla en Spinoza- un panteísmo, de acuerdo con la interpretación tradicional- afirma que la moral pertenece al ámbito humano y
7 crece dentro de una comunidad donde esta delicada planta se manifiesta como unidad en la diversidad. Einstein es consciente de que “lo que el genio creador del hombre nos ha brindado en los últimos cien años podría habernos proporciona- do una vida mucho más placentera y tranquila si el desarrollo de la capacidad de organización hubiera seguido a la par del progreso técnico”. Sin embargo se ve forzado a reconocer que “tal como van las cosas, en manos de nuestra generación, esos bienes que tanto costó conquistar son como una navaja en manos de un niño. En vez de libertad, la posesión de maravillosos medios de producción ha traído consigo hambre y preocupaciones”. Esta reflexión escéptica es del año 1934. Confrontada con la situación general del planeta todo comprueba el aserto agravado del científico. Dentro de ese cuadro pavoroso nosotros, como país, pasamos, gracias a la guerra, de la pobreza institucionalizada del viejo régimen fraudulento, a la euforia de la industria improvisada, que hizo saltar los fusibles de nuestra economía agrícola ganadera. Ahora hemos despertado como de una pesadilla. Estamos de regreso a la ecuación einsteniana. En el presente volumen hemos recopilado distintos pasajes del quehacer de este hombre, verdadero publicista de la concordia universal. Se abre el libro con una larga serie de aforismos- Einstein humanista y heraldo de la paz- entresacados de los escritos y discursos en los cuales defendió con pasión sus ideas sobre la convivencia armónica como imperativo indeclinable de la especie. En todos ellos se expresa su concepción ética, fundamento de su filosofía, reñida con la especulación. Su pensamiento elude toda abstracción, según puede observarse en el conjunto de fragmentos que hemos seleccionado para este florilegio. También hemos consignado parte de su correspondencia, la que incluye la discutida carta al presidente Roosevelt; el intercambio epistolar con Freud; la misiva de los científicos rusos y la respuesta de Einstein, ambas de enérgico acento, pero respetuosas. De alta tensión emocional es la nota en la que el científico rechaza el ofrecimiento de la presidencia de Israel y se excusa con modestia conmovedora por
8 verse obligado a declinar esta distinción. Tiene un sentido nostálgico, con notas del mejor humor, la carta que casi al final de su vida dirige a la reina Isabel de Bélgica, en cuya residencia solía ser frecuente huésped. Nos pareció indispensable asimismo dedicar algún espacio a la parte científica, en particular a aquellos escritos que preparó para la prensa europea no especializada. De este modo esperaba llegar al lector medio, sin tener que recurrir al complicado aparato matemático ni a abstrusas ecuaciones. Es interesante examinar la forma en que el físico se explica a sí mismo y se esfuerza por tornar comprensibles teorías que han revolucionado nuestra visión del mundo. Einstein se consideraba más un filósofo que un físico y en este sentido se adhería sin duda a la tradición clásica, y más exactamente a la moderna concepción de Newton, desarrollada en su obra Principios matemáticos de filosofía natural (1687), a la que superó y subsumió en su audaz teoría. Por supuesto, también se advierte en él la influencia de pensadores como Berkeley y Hume, visible en un trabajo que dedicó a Bertrand Russell. El creador de la relatividad es ciertamente un científico polifacético, que no desdeñó el aporte de las mentes más luminosas de su medio y de su pueblo. Alfredo Llanos www.elaleph.com Mi credo humanista donde los libros son gratis
9 LA ÉTICA Y EL PACIFISMO
Humanista y heraldo de la paz El hombre, mediante su solo pensamiento puede alcanzar un grado tal de seguridad y de pureza como los griegos han sido los primeros en mostrarlo en la geometría. Es un verdadero milagro que los métodos modernos de enseñanza no hayan sofocado aún del todo el espíritu sagrado de la curiosidad y la investigación; porque esta planta delicada necesita de la libertad, lo mismo que del estímulo. La comodidad y la felicidad nunca me han parecido una meta. Estas bases éticas semejan los ideales del rebaño de cerdos... Las metas comunes del esfuerzo humano, obtener posesiones, éxito exterior y lujo, siempre se me han presentado como despreciables, desde que era muy joven. Los molinos científicos son los que más tardan en moler el grano. ¿Podrán los siglos venideros glorificar a nuestra Europa, en la que durante tres siglos de intensísimo trabajo cultural no han conducido sino a pasar de la locura religiosa a la locura nacional? Hasta los científicos de los diferentes países se agitan tal como si desde hace meses les hubieran amputado el cerebro. Todo lo que me dice [se refiere a R. Rolland] muestra la imposibilidad de llegar a una paz duradera con Alemania, como no sea después de aplastarla. Nada hay de lo que yo no pueda prescindir en cualquier instante.
10 De lo que tiene real sentido en nuestra propia existencia casi no nos damos cuenta, y por cierto no debería inquietar al prójimo. ¿Qué sabe el pez del agua en que nada toda su vida? Lo amargo y lo dulce vienen del exterior, lo duro desde dentro, de nuestros propios esfuerzos. La mayor parte de las veces, hago lo que mi naturaleza me impulsa a realizar. Da rubor ganar por ello tanto respeto y tanto amor. Flechas de odio también se han disparado contra mí; pero nunca me alcanzarán, porque de algún modo pertenecían a otro mundo con el que no tengo relación alguna. Vivo en una soledad que es penosa en la juventud, aunque deliciosa en los años de madurez. En cierto sentido creo que el pensamiento puro es capaz de concebir la realidad como la soñaron los antiguos. Hoy soy conceptuado en Alemania un científico alemán y en Inglaterra un judío suizo; mas si un día me convirtiera en bestia negra, sería judío suizo para los alemanes y científico alemán para los ingleses. El culto de la persona humana me ha parecido siempre injustificado. No obstante, ha llegado a ser mi destino, y existe un desacuerdo des- mesurado entre las aptitudes y los poderes que los hombres me atribuyen y lo que soy y puedo ser en verdad. Sería intolerable poseer conciencia de este extraño estado de cosas si no hubiera un hermoso consuelo: es un signo exultante de nuestro tiempo, tan desprestigiado por materialista, el que transforme en héroes a simples mortales cuyos objetivos pertenecen sólo al dominio espiritual y moral. Las pasiones nacionalistas se han transmutado en llamas. La raíz del mal reside en las tradiciones que se han transmitido de generación en generación por las clases cultas de Europa, tradiciones que desafían la moral cristiana, a la que rinden homenaje de labios para afuera. El que comete violación y opresión gozará de honores y gloria, mas el que
11 sufre injusticias soportará vergüenza e ignominia. Estas antiguas y perversas tradiciones amenazan sellar la condenación de nuestro continente. Nosotros nos oponemos a ellas con nuestra fe apasionada en la hermandad de todos los hombres. Todos los días pienso que mi vida, exterior e interior, descansa sobre el trabajo de hombres del presente y de los que ya no se encuentran entre nosotros, y que debo realizar ese esfuerzo para retribuir en igual medida todo lo que he recibido y sigo recibiendo. Experimento la necesidad de ser frugal, si bien a menudo tengo la sensación, apremiante, de que exijo de mi prójimo más de lo conveniente. Considero inaceptables las diferencias sociales, que en realidad están basadas en la violencia. Creo asimismo que sería adecuado para todos tanto para el cuerpo como para el espíritu, una vida exterior sencilla y sin mayores pretensiones. Advertí que la salvación del pueblo judío sólo era posible si todos los judíos del mundo se adherían a una sociedad viva a la que se alegrasen de pertenecer como individuos y que les permitiera soportar el odio y las humillaciones que habían recibido del resto del mundo. La organización democrática, parlamentaria, que poseía como base previa tal autoridad e independencia, vacila, pues surgen y se toleran dictaduras, porque el sentimiento de la dignidad y del derecho de la personalidad ya no tiene suficiente fuerza. En el tiempo de dos semanas las masas irracionales de un país pueden ser impulsadas, mediante la prensa, a un estado de tanta furia y excitación que los individuos se sienten dispuestos, vestidos de soldados, a matar y dejarse matar para favorecer intereses de cualquiera que los sepa manejar con habilidad. Se observa y se siente la falta o la escasez de individualidades, sobre todo en el ámbito de las artes. La pintura y la música han degenerado notoriamente, y han perdido su influencia en los pueblos, en escala muy significativa y considerable. En la política no sólo faltan cabezas
12 dirigentes, sino que el mismo sentimiento de independencia espiritual y de derecho ciudadano ha sufrido un profundo desmedro. Considero el servicio militar obligatorio como el síntoma más humillante, en cuanto a la falta de dignidad personal, que padece hoy la humanidad culta. Y de acuerdo con ello, no faltan voces que vaticinan el pronto ocaso de nuestra cultura. Yo no formo parte de ese grupo pesimista; creo en un porvenir mejor. Los conflictos económicos y políticos y las complejidades de las últimas décadas han provocado peligros que no soñaron ni los más negros pesimistas del siglo pasado. Se aceptaban entonces los preceptos de la Biblia, concernientes a la conducta humana, por creyentes e infieles, como exigencias evidentes por sí mismas, tanto para los individuos como para la sociedad. No hubiera sido tomado en serio nadie que no reconociese que el más alto y eterno fin del hombre era la búsqueda de la verdad objetiva y el saber. Leyes arbitrarias, opresión, persecución de individuos, de creencias y de comunidades se practican a la luz del día en aquellos países y son aceptadas como justificables e inevitables. Empero, debemos reconocer hoy con horror que estos bastiones de la existencia humana civilizada han perdido su solidez. Naciones que antaño se mantuvieron dignas se doblegan hoy ante tiranos que se atreven a sostener abiertamente: `Sólo es justo lo que nos conviene'. La búsqueda de la verdad por la verdad misma no tiene justificación ni es tolerada. Ahora me siento como si fuera una meretriz. Todo el mundo quiere saber lo que estoy haciendo en todo momento y todo el mundo quiere criticarme.
13 Mi pacifismo es un sentimiento instintivo, un sentimiento que me do- mina porque el asesinato del hombre me inspira profundo disgusto. Mi inclinación no deriva de una teoría intelectual: se funda en mi profunda aversión por toda especie de crueldad y de odio. Sólo una vida vivida para los demás vale la pena. He visto el indigno mimetismo de los judíos de valor y mi corazón sangró. Si tan sólo una pequeña parte de la fuerza de carácter y de la abnegación de madame Curie existiera en los intelectuales de Europa, ésta tendría por delante un porvenir brillante. Si realmente quieren asesinarme, que lo hagan. La política es para un momento, una ecuación es para la eternidad. Son una extraña gente esos alemanes [se refiere a su viaje a Sud Amé- rica en 1925 y al agasajo de muchos connacionales importantes] Soy para ellos una flor hedionda y a pesar de ello continúan poniéndome en sus ojales. Creo en el Dios de Spinoza, que es idéntico al orden matemático del universo. No creo en un Dios que se preocupe por el bienestar y los actos morales de los seres humanos. La industria de armamentos es, en efecto, una de las más grandes amenazas para la humanidad. El nazismo surgió de los vientres vacíos. Antes de desembarcar [en EE.UU.] ocupa mi espíritu un solo pensamiento, o más bien una esperanza. Que las fuerzas que en el país se
14 agitan bajo la superficie puedan manifestarse con más claridad, con una decisión mayor para destruir todo militarismo profesional por temible y poderoso que sea. Estados Unidos no está exento de responsabilidad por las dificultades en que se encuentra Europa. Con sus despiadadas reclamaciones Esta- dos Unidos acelera en verdad su decadencia económica y moral. Ha contribuido a la balcanización de Europa y debe, por tanto, participar en la responsabilidad por la crisis de la moralidad política y la aparición del espíritu de venganza que se ceba en la desesperación. La guerra [la ciencia aplicada] nos ha proporcionado los medios para envenenarnos y mutilarnos mutuamente. La paz ha tornado nuestra vida llena de prisa e inseguridad; ha convertido a los seres humanos en esclavos de las máquinas, esclavos que realizan con disgusto el monótono trabajo de todos los días. Estamos preocupados no sólo con el problema técnico de asegurar y consolidar la paz, sino también con la muy importante tarea de la enseñanza y la ilustración. Si queremos resistir a los poderes que amenazan con suprimir la libertad intelectual, debemos tener presente lo que está en juego y lo que representa esa libertad que nuestros antepasados ganaron para nosotros tras duras luchas. Sin tal libertad no hubiera existido ningún Shakespeare, ningún Goethe, ningún Newton, ningún Faraday, ningún Pasteur, ningún Lister. Admito el ideal de la democracia, mas rechazo toda forma de nacionalismo. No acierto a comprender por qué todo el mundo civilizado no se ha unido en un esfuerzo común para poner fin a esta barbarie moderna. ¿Es posible que el mundo no se dé cuenta de que Hitler nos arrastra hacia la guerra?
15 Nos hemos convertido [carta a Sommerfeld, 1944] en antípodas en lo que atañe a nuestras ideas científicas, en lo que esperamos de la ciencia. Que todo hombre sea respetado como individuo y ningún hombre idolatrado. Los antisemitas hablan de buen grado de la malicia y la astucia de los judíos, ¿pero se ha visto alguna vez en la historia un ejemplo más sorprendente de estupidez colectiva que la ceguera de los judíos alemanes? No es un conflicto puramente judío, forma parte de un conflicto social mucho más amplio. Los que tienen se coaligan para defenderse contra los que levantan las manos vacías. Lo trágico del destino de mi marido es que los judíos alemanes lo ha- cen responsable de todos los horrores que padecen. Creen que los ha perjudicado con su actitud y en su resentimiento han forjado la consig- na de separarse de él. ¡Él, que se ha sacrificado por ellos! ¡Él, que no ha tenido miedo, que no ha retrocedido! Es trágico que los mismos para quienes fue un ídolo lo cubran hoy de lodo.- Elsa Einstein. Usted cree en el Dios que juega a los dados y yo en las leyes perfectas, en un mundo de cosas que existen como objetos reales, que intento concebir de una manera resueltamente especulativa. El antagonismo de los intereses económicos en el interior de las naciones y entre ellas mismas es responsable, por cierto, y en gran medida, de la peligrosa y amenazadora situación que hoy existe en el mundo. Quien trate de afectar el curso de los acontecimientos debe poseer el don de ejercer una influencia directa sobre los hombres y sobre sus actividades. Los intelectuales carecen a menudo del don de impresio
16 nar a su auditorio. Woodrow Wilson proporciona quizás el más claro ejemplo de intelectual. Y no obstante, ni siquiera Wilson parecía do- minar el arte de tratar con los hombres. El hombre ha fracasado en el desarrollo de formas de organización política y económica que garanticen la coexistencia pacífica de las naciones. Ha fracasado en la construcción de un tipo de sistema que elimine la posibilidad de la guerra y proscriba para siempre los criminales instrumentos de destrucción en masa. Tenemos que erigir puentes espirituales y científicos que unan a las naciones. Debemos superar los horribles muros de las fronteras nacionales. Hay que revolucionar nuestro modo de pensar y debemos tener el valor necesario para revolucionar las relaciones entre las naciones. Los clisés de ayer ya no nos sirven, y mañana estarán por completo anticuados. Convencer de esto a los hombres de todo el mundo es la misión social más importante y decisiva que los intelectuales hayan tenido nunca que asumir. ¿Tendrán el valor indispensable para elevarse sobre sus propios lazos nacionales en la medida adecuada para inducir a los pueblos del mundo a fin de que cambien sus arraigadas tradiciones nacionales del modo más terminante? Si la tercera guerra se lleva a cabo con el empleo de armas atómicas, la cuarta se realizará con garrotes y garras. Yo no me considero el padre de la liberación de la energía atómica. Mi papel en eso fue absolutamente indirecto. La liberación de la energía atómica no ha creado un nuevo problema. Sólo ha hecho más urgente la necesidad de resolver el que existía. Pudiera decirse que nos ha afectado cuantitativa, no cualitativamente.
17 Mientras existan naciones soberanas en posesión de un gran poder, la guerra será inevitable. No se trata de predecir cuándo se producirá, sino que es seguro que ha de producirse. Lo cual también era cierto antes de que la bomba atómica se descubriera. Lo único que ha cambiado es la destructividad de la guerra. Las grandes potencias unidas en la lucha están divididas ahora en el establecimiento de la paz. Se prometió al mundo la liberación del mie- do, mas en verdad el miedo se ha desarrollado con mayor vigor que nunca desde la terminación de la guerra. Se prometió a las naciones liberarlas de la indigencia, pero muchas partes del mundo se enfrentan con el hambre, en tanto que otras viven en la abundancia. Hemos caído en una situación en la que todos los ciudadanos de todos los países, sus hijos y su trabajo en la vida, se encuentran amenazados por la terrible inseguridad que reina en nuestro mundo. El avance de la técnica no ha elevado la estabilidad y el bienestar de la humanidad. Por muy fuertes que sean los armamentos nacionales no crean seguridad militar en ninguna nación ni garantizan el mantenimiento de la paz. La preocupación por el hombre y su destino debe constituir siempre el interés principal de todos los esfuerzos técnicos. No lo olvidéis jamás, en medio de vuestros diagramas y de vuestras ecuaciones. El proyecto de militarización de la nación no sólo significa una amenaza inmediata de guerra, sino que destruirá seguramente el espíritu democrático y la dignidad del individuo. La afirmación de que los acontecimientos del exterior nos obligan a armarnos es errónea; debemos combatirla con todas nuestras fuerzas. En realidad nuestro propio armamento creará, a consecuencia de la reacción de las otras naciones,
18 ciertamente la posición en la que sus defensores tratan de fundar sus argumentos. En mi larga vida he aprendido una cosa: que toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil y que, a pesar de todo es lo más valioso que tenemos. Los auditorios norteamericanos aplauden fácilmente. Si esperamos [carta a los hermanos judíos, 1948] hasta que las grandes potencias y las Naciones Unidas cumplan las promesas que nos han hecho, nuestros hermanos en Palestina estarían bajo tierra antes de que esos deseos se realicen. Esa gente ha realizado lo único posible en las presentes y deplorables condiciones del mundo. Ha tomado el destino en sus manos y lucha por sus propios derechos. A la larga tendrán éxito si el resto de los judíos del mundo les presta su apoyo. Nuestros hermanos de Palestina han demostrado que son capa- ces de resolver sus problemas económicos. La carrera de armamentos entre los Estados Unidos y Rusia Soviética, que al principio comenzó como medida preventiva, asume proporciones histéricas. Por ambos lados se están perfeccionando medios destructivos con febril urgencia y dentro del mayor secreto. Conozco muy poco de la naturaleza [reflexión expresada al rechazar la presidencia de Israel] y casi nada de los hombres. Cuando era joven, lo único que quería y esperaba de la vida era poder sentarme tranquilamente en un rincón a trabajar, sin que nadie se fijara en mí. Y vean lo que me ocurre ahora. Las creaciones de nuestra mente deberían ser una bendición, no una maldición para la humanidad.
19 Son pocos los seres humanos capaces de expresar con ecuanimidad opiniones que difieran de los prejuicios de su contorno. Juventud: ¿Sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad? La imaginación es más importante que el conocimiento. Las proposiciones matemáticas, aun cuando tienen que ver con la realidad, no son ciertas; y en cuanto que son ciertas no tienen que ver con la realidad. En mi opinión sólo hay una forma de lograr que el público se interese por un gran científico: discutir y explicar, en lenguaje asequible para todos, los problemas y las soluciones que han caracterizado el trabajo de su vida. Esto sólo puede hacerlo quien comprenda el material que ha de manejar. Como alumno no fui ni muy bueno ni muy malo. Mi punto débil era mi mala memoria, sobre todo cuando había que memorizar palabras y textos. Prefería soportar todos los castigos antes que aprender maquinalmente y de memoria. Sólo Euclides ha contemplado la belleza al desnudo. Me parece que la idea de un Dios personal es un concepto antropológico, que no puede tomarse en serio. Creo que tenemos que conformarnos con nuestra comprensión y cono- cimientos imperfectos y tratar los valores y obligaciones morales como
20 un problema puramente humano, el más importante de todos los problemas humanos. Nadie puede ser obligado a pertenecer a una comunidad religiosa. Gracias a Dios eso es cosa del pasado. Nunca había encontrado en el bello sexo una negativa tan firme a mis propuestas [contestación a las mujeres norteamericanas anticomunistas], o al menos nunca me había rechazado, al mismo tiempo, un grupo tan numeroso. Estos cincuenta años de reflexión no me han permitido acercarme más a la respuesta: ¿Qué son los cuanta de luz? Hoy todo hijo de vecino se imagina que lo sabe, pe...
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