Durante años Einstein propuso una teoría de campo unificada mediante diversas formulaciones matemáticas. Los defectos en su teoría fueron hallados, uno a uno, por el mismo Einstein. Continuó trabajando con ilusión, sin desanimarse, buscando nuevas formulaciones, para seguidamente ver los fallos.
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"Lo único importante es no dejar nunca de preguntar. La curiosidad tiene su propia razón de ser. Uno no puede evitar sentir un respeto reverencial cuando contempla los misterios de la eternidad... Nunca pierdas una sagrada curiosidad".
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Image © Alan Windsor Richards, courtesy of the Archives of the Institute for Advanced Study. |
Otros científicos que participaban en esta investigación, más tarde o más temprano se dieron por vencidos. Einstein siguió investigando, consciente de que muchos de sus colegas juzgaban que perseguía un sueño imposible. Un joven físico le describió como una estrella resplandeciente en desvalida soledad. Einstein conocía mejor que nadie las limitaciones de sus esfuerzos, pero el duro trabajo ejercía sobre él una fascinante atracción. “Uno no puede por menos que asombrarse cuando contempla los misterios de la eternidad, de la vida, de la maravillosa estructura de la realidad “, escribió y añadió: “Es suficiente, si uno intenta comprender un poco de este misterio cada día”. Con este sentimiento Einstein dio a la humanidad una nueva visión del Universo físico y un modelo a imitar por cualquier persona responsable.
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La pizarra de Einstein en su despacho del instituto para estudios avanzados después de su muerte en 1955. Su cerebro se conservó para ser estudiado.
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Image © Alan Windsor Richards. |
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